Axel
Cherniavsky, doctor en Filosofía por la Universidad de París 1
Panthéon-Sorbonne y por la Universidad de Buenos Aires. Profesor en las cátedras
de Filosofía contemporánea y Metafísica en la Facultad de Filosofía y Letras de
la Universidad de Buenos Aires [cf.] - filosoof en schrijver uit Argentinië [cf.]
- schreef
Axel
Cherniavsky, Spinoza. Estudio preliminar
y selección de textos. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Galerna, 2017. 280
p. in de Colección La revuelta filosófica; Dirigida por Lucas Soares.
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Reseña (recensie) door NATALIA SABATER (UNIVERSIDAD DE
BUENOS AIRES): “Siguiendo los pasos del hombre spinozista” [In de voetsporen
treden van de Spinozist] - op issuu
Te
vinden is ook.
Axel
Cherniavsky, “Qué es el alma según Spinoza” [Wat is de ziel volgens Spinoza] [cf.]
Axel Cherniavsky, "Del aburrimiento divino. In: Diego Tatián (compilador), Spinoza: Segundo coloquio [2005]. Córdoba, Argentina: Editorial Altamira, 2006, 155-161 [o.a. over Jorge Luis Borges]
Axel Cherniavsky, "Del aburrimiento divino. In: Diego Tatián (compilador), Spinoza: Segundo coloquio [2005]. Córdoba, Argentina: Editorial Altamira, 2006, 155-161 [o.a. over Jorge Luis Borges]
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La revuelta de
Spinoza
Cuando
Nietzsche presenta su filosofía como un “platonismo invertido”, hace mucho más
que describir su propio pensamiento o asignarle una tarea a la filosofía
contemporánea. En cierto modo, está caracterizando a la filosofía en general
como una disciplina que en cada oportunidad invierte o revierte su pasado, como
la disciplina que reinventa los problemas y que crea conceptos.
Literalmente,
Nietzsche no dice “invertir” (umkehren)
sino “dar vuelta” o “voltear” (umdrehen).
La diferencia es importante porque la inversión admite sólo dos posiciones: al
derecho o al revés, para arriba o para abajo. Si cada filósofo simplemente
invirtiese la tradición, a lo largo de la historia de la filosofía no habría
más que dos filosofías. Sin embargo, el pasado cuenta con muchas más, y en el
futuro nos esperan infinitas. Voltear, dar vuelta, no es invertir; es más bien revolver.
Hay que imaginar una materia que, revuelta, queda siempre en una posición
nueva.
¿Nueva
respecto de qué? Tanto la figura de la inversión como la de la revuelta parecen
definir la noción de originalidad únicamente en función del pasado. No
obstante, la originalidad, en filosofía y en general, no se confunde con la
novedad, la cual se define exclusivamente respecto de un estado de cosas
anterior. Sin duda, la originalidad de Spinoza reside, entre otras cosas, en
haber construido el concepto de una sustancia única contra una tradición que,
de Aristóteles a Leibniz, admite la
existencia de múltiples sustancias; en haber a firmado, contra Descartes, el
paralelismo entre el alma y el cuerpo; o en haber identificado, contra la
tradición judeo-cristiana, a un Dios plenamente inteligible con la Naturaleza.
Pero al mismo tiempo, ¿cómo es posible que el filósofo Salomon Maimon, a fines
del siglo XVIII, utilice la teoría spinozista del conocimiento para resolver el
problema kantiano de la cosa en sí, es decir, de una cosa tal como sería
independientemente de nuestro conocimiento? Y, luego, el concepto spinozista de
lo infinito ¿no anticipa, en cierto modo, las críticas que le va a formular
Hegel? ¿No tiene sentido, también, distinguir la concepción spinozista del
deseo tanto de la psicoanalítica como del vitalismo de Bergson, por ejemplo? La
originalidad de la filosofía de Spinoza no se definiría entonces únicamente
respecto de su pasado, sino también de su futuro y, más importante, en función
de nuestra actualidad.
Ahora
bien, entre sus diversas singularidades, ¿cuáles privilegiar? Imposible
relevarlas todas y, probablemente, tampoco tenga sentido detenerse en las más
técnicas. Entre todas ellas, se van a seleccionar las más extrañas, las más
útiles, las más actuales también. En última instancia, no hay un instrumento de
medición, balanza o termómetro inobjetable. Se requiere de un olfato propiamente filosófico y de su
aplicación a la época, a sus necesidades y a sus prejuicios.
La
mayoría de las originalidades proviene de la Ética , redactada entre 1661 y 1675, conocida por todo el
continente europeo en vida de Spinoza, pero publicada sólo póstumamente por su
círculo de amigos. El problema es que la Ética
es un libro extremadamente difícil. Y esto se debe fundamentalmente a dos
motivos. En primer lugar, a que sus contenidos se exponen geométricamente, es decir, según definiciones que son utilizadas
para construir axiomas y postulados, empleados a su vez para demostrar
proposiciones. Si Spinoza usa este método, es porque a su juicio la realidad,
toda la realidad, procede mecánicamente. Y si la realidad procede de acuerdo
con causas y efectos, ¿qué mejor manera de explicarla que mediante condiciones
y consecuencias? Con el orden geométrico Spinoza intenta ofrecer un equivalente
textual de la realidad. En segundo lugar, esta equivalencia no concierne sólo
al orden sino también a –por decirlo de alguna manera– su dirección. La Ética no sólo se presenta según un orden
geométrico, equivalente al de las causas y los efectos, sino sintético, es decir, que parte desde las
causas y se dirige hacia los efectos.1 Dividida en cinco partes, la
primera concierne a la realidad como un todo; la segunda, a la teoría del conocimiento;
la tercera, a los mecanismos de la vida afectiva; la cuarta, a la fuerza que
ese mecanismo tiene sobre nosotros; y la quinta, a las posibilidades que
tenemos de liberarnos. El argumento detrás de esta decisión metodológica
consiste en que para comprender cuáles son las posibilidades de esa liberación,
es necesario previamente comprender el orden en el que todas las cosas se
inscriben y la manera en que podemos conocerlo. El lector, entonces, además de
seguir la demostración de un sistema axiomático que demuestra las proposiciones
posteriores a partir de las anteriores, tiene que comenzar por lo que en un
sen-tido resulta lo más abstracto, a saber, la ontología, la teoría del ser.
Pero
como todo gran libro, la Ética es
muchos libros. Y en el libro de la idea, en el tratado que comienza por la
teoría del ser, se recorta el libro del hombre. Es una novela filosófica que
comienza con un personaje totalmente desprovisto, un ignorante, un esclavo, un
infeliz, pero al que le están destinadas la sabiduría, la libertad, la
felicidad y la eternidad. Este es el libro que tanto la selección de textos
como el presente estudio van a intentar reconstruir. Se trata de un libro que
no sigue los movimientos de la idea sino los pasos del hombre. Va a atravesar
la ontología, pero no al principio, sino al final, porque al final es donde el
protagonista la descubre. Va a pasar por la teoría del conocimiento, pero no
sin saber para qué sirve, porque lo que la justifica es su utilidad. En muchas
ocasiones, al orden sintético, que procede de la causa al efecto, se sustituirá
un orden analítico, que antepone el efecto a la causa. Es para que el lector
realice el mismo recorrido que el protagonista, se haga sus mismas preguntas y
sea conducido por sus mismas intrigas.
¿Dónde
empieza este itinerario? ¿Cuál es la pregunta que motiva a la Ética en su totalidad? En términos bien
generales, no tiene nada de original. Pero tampoco sólo la originalidad funda
valor. La universalidad también lo hace. Se trata, en efecto, de una pregunta o
una serie de preguntas que probablemente todos nos hicimos: ¿cómo alcanzar la
felicidad? ¿Qué es? ¿Cuánto es posible conservar-la? Estas preguntas que
motivan la Ética son también aquellas
por las que empieza la filosofía de Spinoza, si consideramos el Tratado de la reforma del entendimiento como su inicio.2 Allí, en el primer párrafo, se halla esta
pregunta bajo la forma siguiente: ¿cómo es posible obtener un bien supremo y
seguro en vez de bienes vanos e inciertos? Lo importante no es que bajo la
pluma de Spinoza cambia el objeto de una certeza que Descartes la refería a los
conocimientos y que ahora Spinoza remite a los bienes. Lo importante consiste
en la actualidad que, con el tiempo, cobró esta pregunta en una civilización
inundada de bienes inciertos. En la Ética,
la pregunta va a admitir sucesivas declinaciones: ¿cómo aumentar nuestra potencia?
¿Cómo ser libres? ¿Cómo transformar las pasiones en acciones? ¿Cómo formar
ideas adecuadas? Su respuesta es una marcha hacia la precisión, hacia la
unicidad, hacia la singularidad. En ellas se funda una originalidad que no se
explica por el orden del tiempo.
________________
1
| A diferencia de Descartes, que entendía por síntesis la explicación que va de
lo conocido a lo conocido, y por análisis, aquella que va de lo conocido a lo
desconocido, Spinoza comprendía por síntesis la explicación que va de las
causas a los efectos, y por análisis, la que va de los efectos a las causas.
Dada esta diferencia en las concepciones del análisis y de la síntesis, no es
posible concebir la diferencia entre las
Meditaciones metafísicas,
presentadas por Descartes según el método analítico, y la Ética, demostrada por Spinoza según el método sintético, como una
mera inversión.
2
| Respecto de la anterioridad del Tratado
de la reforma del entendimiento sobre el Tratado breve, véase Mignini (1980: 223-273).
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